martes, 26 de noviembre de 2013

Todo está escrito

Las cosas pasan porque sí, porque tienen que pasar, porque el destino está escrito, porque la casualidad a veces se entromete en nuestras vidas, pero son las que menos. Así lo pienso yo, y se acabó la discusión. Recuerden los inicios de esto, el artículo 32 prolifera en mis pensamientos, y si no les gusta, ya saben, escriban un blog.

Llevo años dándole vueltas al coco, cada vez estoy más convencido de ello, pero siempre ocurre algo que altera ese pensamiento, todo lo que habías contemplado, los pilares de ese raciocinio, se desmoronan, se vienen abajo. Y por la ley del bollo de chocolate ("moffins") o por lo que sea, normalmente eso ocurre en el preciso momento en el que más convencido estás de lo que estás pensando.

Por ese algo cambia tu pensar, o vuelve al inicio de donde estaba y así todo el rato. Al final caes en la cuenta, el calcetín no ha llegado sólo a la lavadora después de haber madurado en el baño, no. Las cosas pasan por algo. Al igual que ciertos pensamientos que nos perseguirán a lo largo de nuestras vidas, como una chica en el baño, siempre estarán ahí.

El destino es como ese colega tonto que todos tenemos, por mucho que queramos, no podemos ni engañarlo ni quitárnoslo de en medio. Todos lo hemos hecho, si te lo han hecho, lo siento. Hemos quedado todos en un sitio, pero era mentira, realmente habíamos quedado 25 metros más a la derecha para despistar al tonto, porque pensábamos que no le daría para moverse esos 25 metros, error, llegaba el primero. La madre que lo parió. Y nos tirábamos toda la quedada maldiciéndonos unos a otros ya que todos eramos sospechosos de haberlo avisado, pero no, a veces no le había avisado ninguna hermanita de la caridad, simplemente el destino nos ponía un tonto en nuestras vidas.

Y esto es así, al igual que pasa con el calcetín, con la chica en el baño, o con tu amigo tonto, las cosas pasan por alguna razón. Es más, estoy hártamente convencido de que las cosas que me han ido pasando en la vida, por algún motivo tenían que pasar. Que sí, que las decisiones que tomas, a veces, son tuyas y no del destino, pero algo seguro que hay por ahí que te hace tomar una decisión u otra. Soy muy partidario de no arrepentirse de lo hecho o no hecho, al igual que de no reprocharse ni reprochar nada, y mucho menos de avergonzarse de nada. Porque las cosas pasan, porque tienen que pasar, porque sí.

Pero es seguro que ustedes ya lo piensan, sopesan ahora con mayor contundencia por qué dejaron a aquella chica, o por qué no continuaron con ese chico, por qué no fueron a aquella quedada, por qué siempre se olvida ese calcetín en el baño...o por qué vuestros amigos siempre quedaban 25 metros más allá.


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