lunes, 23 de septiembre de 2013

Tonto es el que hace tonterias...

Todos recordamos aquel fenómeno sentado en un banco con una caja de bombones. Hállese aquí mi inspiración, pero no hablaremos de tonterías como tal, si no en lo tontos que podemos llegar a ser. No se me ofendan, queridos y amados lectores, simplemente y sin ánimo de faltar, es que somos tontos, pero tontos redomados, como dirían en mi pueblo.

La de tonterías que podemos llegar a hacer al día, sin conocimiento, sin sentido y ni tan siquiera razón alguna.A veces, incluso llegamos a creernos la tontería que nos enchufan, vía televisión, vía prensa, vía mail, vía whatsApp, vía twitter, vía facebook, vía panadería, vía carnicería, vía tu mejor "amigo". Pero es que la tontería nace en un ser humano de alguna manera que se me escapa, o simplemente se reproduce cual sarampión en la piel de una pequeña fierecilla con brakets. De donde sale tanta torpeza intelectual y tanta falta de raciocinio. En serio, esto debe ser una broma, muchas veces pienso que Telecirco está grabando algún programa y que es irreal. Otras, simplemente apago el televisor.

Pero tontos, pero más que antes de ayer. Exactamente ¿qué es lo que nos está produciendo esta falta intelectual, son nuestros ejemplos políticos? ¿Quizá nuestros reyes...del hurto? ¿Quizá tanta telebasura?, que por cierto, todos vemos, y todos a su vez, negamos ver. ¿Es la sociedad que nos envuelve? ¿Son tantos juegos olímpicos que nos hemos quedado como el Langui? ¿Tantos cambios en las leyes de educación? O podría ser que la ya inevitable falta de abuelos, que esos si que eran buenos educadores, y mucho menos tontos que nosotros, pero de aquí a Laponia (lugar que se encuentra en Europa del Norte, para aquellas víctimas de la LOGSE), sea lo que nos está convirtiendo en tontos de alto prestigio.

Discúlpenme, de verdad, lo siento, no debí, quizá me excedí, lo mismo me he equivocado. Estas palabras parecen haberse olvidado y nos hemos convertido en lo que somos, en tontos, en seguidores de lo absurdo, en la preocupación de la nada, y la pasividad de todo. Pensaran ustedes, cosa que me alegra, que vuelvo a hablar de educación. Todo esta ligado señores, y a la vez tienen relación, como los pelos de la ingle con el lagrimal, es todo uno.

Entendamos la tontería como es, mejor dicho, como fue, como el tonto que hace o dice tonterías, pero no nos convirtamos en amigos de lo absurdo, en la pérdida de lo poco que tenemos, en convertirnos en tontos, en quitarnos la camisa porque sí, o en mirar a alguien mal porque aparentemente sea más guapo, a mí me han mirado, lo juro. Y podría seguir así toda la eternidad, porque ahora la estadística dice que por cada tres personas alrededor de algo innecesario de nombrar, existen cuatro tontos cohabitando. Por favor, mi llamamiento es extensivo a todos, incluso a los tontos, dejémoslo de hacerlo, no caigamos en la ignorancia repentina de la falta de coherencia, di NO a ser tonto.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Educados...a veces.

Bendita educación.

Es curioso, ayer mientras perfeccionaba mi swing de golf y degustaba una buena copa de champán traída del norte del Polo Sur, lo confirmé, mira que somos mal educados. No por no ofrecer de mi copa al portador de mis palos, él es de clase inferior, y por tanto, como mucho: vino y del malo. Más bien por no darnos cuenta que el instructor, aún siendo más joven que el resto, lo tratábamos de usted, qué barbaridad.

Y esto es así, señores, esto se da, esto pasa, y esto es, además, lo de menos. Cuánta falta de respeto, cuánta ausencia de todo y cuánta desfachatez la nuestra. Estoy cansado, muy hartito de ver faltas de respeto constantemente, como si fuera una premisa, como si fuera algo natural, cómo si realmente debiéramos actuar tal.

Y no se piensen, ni mucho menos crean, que la falta de educación es sólo no dejar asiento al más mayor, ¡NO!, la falta, la ausencia, el abandono de la misma viene reflejado en casi todos los movimientos de la vida, desde que te levantas y desayunas, y después hasta todo el día. Me enerva, me pone furioso y me mal entona que no exista algo tan fundamental como respirar. Indignado, hasta el punto de querer ir a Sol a protestar, la falta de tiempo impedirá mi deseo, y frustrado con tanta gratuidad en las palabras.

Llevo tiempo intentando ver cómo podemos solucionar esto, buscando un haz de luz que pueda devolvernos nuestro estatus de persona, y joder, no puedo. Cómo arreglamos a un señor de 40 años que se enrosca en una trifulca empeñado en llevar la razón, sin motivo aparente, o cómo le decimos a la niñata de 15 que cierre la boca cuando mastica el maldito chicle. Mi padre me hubiera educado, me tragaría el chicle sin dudarlo, y aún con 40, me tragaría mis palabras. Cuidado, no digo con esto, que la culpa sea de nuestros progenitores, ya sean ambos padres, ambas madres o tres o cuatro a la vez, ni tan siquiera de la docencia actual, a la que tanto aprecio, ni de la sociedad convertida en un cajón de sastre.


La culpa señores, a mi humilde y exitoso modo de ver, es que la culpa es de cada uno, del que no abrió la puerta, del que no corrigió la falta de ortografía, del que no cedió su sitio, del que no bajó su voz por debajo de la del otro, del que no enseñó a comportarse en la mesa, del que no le recordó que somos personas, civilizadas, que casi sin querer y en la más estricta ignorancia, no queremos más que buscar el bien, y eso pasa por una buena educación.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Hipócrita!

Si, tú. El que te escribe, el que tiene la osadía de leer, y el que estima la desfachatez de pensar que no lo es.

Joder como viene éste de su periplo vacacional, no señores míos, no vengo, es que todavía no he ido. En la vida, queridos, se diferencian dos tipos de personas (humanas, añadirían algunos eruditos), los hipócritas y ya. Todos lo somos, todos lo hemos sido y todos en algún momento de nuestro paso por el tercer planeta según giras el sol a la derecha, lo seremos. La hipocresía, uno de los pecados capitales no contemplados en la obra maestra de Seven, es a su vez parte de todos los mismos, y si no me creen, véanse estos: Lujuria, Pereza, Gula, Ira, Envidia, Avaricia y Soberbia. Y no hay más que añadir al respecto.

Podría arriesgar, liarme el nórdico a la cadera e intentar plasmar una definición de lo que nos ocupa, pero nos les engañaré, sería un hipócrita. No se puede dar una explicación de algo que no se puede explicar. De hecho todos la conocemos y ninguno la podríamos exponer. ¿Por qué? Porqué el miedo es tal que hasta el mismísimo Caronte a orillas del río tenía miedo de la hipocresía que el mismísimo diablo podía descargar sobre él, y en ese recorrido que en su barca ofrecía a grandes ilustres de la humanidad y no tan ilustres y conocidos, tenía la sensatez de no levantar la cabeza por sí acaso.

Pero volvamos a lo nuestro, no nos desviemos, que aún nos queda para conocer a estos tan peculiares dueños del inframundo. Si en anteriores exposiciones hablábamos de la envidia como el motor del mundo, podemos decir que esta maldita hipocresía que nos rodea, es el engranaje de ese motor. Maldita y perspicaz astucia la de este modo de actuación del resto de los humanos. En qué momento nuestros antepasados se calentaron de tal manera que la jodieron tanto. Pero si la culpa es de los padres, claro, pero cuáles, los suyos o los otros. Menudo lío se ha montado en el siglo XVIII, pero si no estabas, ya, pero me lo han contado. Ten cuidado, porque quizá el que te lo contó era un hipócrita y no sólo te engañó, si no que también te la lió de tal manera que consiguió lo que pretendió en su momento.

Hipócritas, hasta decir basta, en el trabajo, en la calle, con los "colegas", en el bus, en el coche y hasta de paseo en barca. Si es que somos la repanocha señores, si es que pensando que intentando no ser hipócritas, es cuando más lo somos. Palabra maravillosa de nuestro diccionario español, y a veces también del castellano. Me apasiona la hipocresía, hasta el punto de encontrarla en las acciones más habituales del día. Absténganse señores de caer en este engaño perspicaz, intentemos no ser políticos de la calle, ni trabajadores del sindicato. Busquen esa ansiada bondad, por que está, por que tiene que estar. Y si por contra, a lo largo del día, ven más hipocresía que bondad y abuso de engaños, no se preocupen, siguen ustedes en este planeta llamado Mundo.