miércoles, 18 de diciembre de 2013

Gaspar, Melchor y...

Me llena de orgullo y satisfacción, en estas fechas tan señaladas, y en la que tanto mi reina (estimase cualquiera de las siguientes: Jorge Javier, Boris o Guardiola) como yo queremos desearos de todo corazón un año lleno de paz, de alegría, de dinero, de trabajo y de amor. Y por supuesto, que ningún mal os aceche, ni enfermedades, ni muertes, ni golpes en el dedo pequeño del pie mientras caminan a oscuras.

Imaginaran ustedes que llegado a esta parte, ironizo, imaginan bien, piensen mejor. Llegan tiempos de cosas muy bonitas, tiempo de familia, de amigos, del bebercio, de las comilonas, de los nuevos propósitos, de las promesas, de retos, de ser mejores e incluso de ir más a misa. Estarán de acuerdo conmigo que llegan tiempos de hipocresía. Y eso es algo que me toca bastante la parte aquella donde el pito pierde su casto nombre.

Menudo espíritu navideño, dirán. Cierto, hace años que lo perdí, cuando el cabrón del negro, y esto en modo cariñoso, que ahora con lo de Mandela (Madíba o M. Freeman) nos hemos vuelto todos menos racistas, me manchó la cara de una especie de betún que por un momento pensé que el tercero de aquéllos se estaba derritiendo. Hoy día, y esto es una reflexión al margen, me sorprende que se sigan utilizando "negros de coña" para estos menesteres, y si esto va a seguir, joder no cojan al más blanco de todos, ¡qué lo siguiente será ver a Iniesta vestido de Baltasar!

Bromas aparte, que esto y aquello no me hace ni puta gracia, entramos en unas fechas señaladas en el calendario que aún me pregunto qué es exactamente lo que se celebra, pues la mitad de la población española (por denominarla de algún modo) es laica y la otra mitad poco practicante, ¿para qué coño se juntan muchos en nochebuena? ¿Y lo de Feliz Navidad? Esto ya es más grande que pintar a un chino de Baltasar, por aquello del multiculturalismo y tal.

En serio queridos, no me duele tanto el que nos juntemos todos, eso es rebueno. Me duele que existan tantas faltas a la dignidad del ser humano, que por un momento todo sea una nubecita de algodón bañada en crema de cacao, aderezada con caramelitos de colores. Y es que somos empalagosos con lo divino y con lo humano. Nos excedemos en todo, y así pasa, nos quedamos sin puntos, como poco. 

Disfruten, rían, beban y conduzcan, hagan lo que les salga de los sacrosantos roscones, pero tengan cuidado por Alá, por Dios y por Cristiano. Amen a sus mujeres y por qué no, también a sus hombres, y celebren estas fiestas como se quiera, no como se deba. Bailen con el vecino, compartan mesa con el cuñado tripón, y alégrense de vivir otro año más, por los que están, por lo que ya no están y sobre todo, por lo que están por venir.


¡Feliz Año 13+1 a todos! Nos vemos a la vuelta del mes este que termina. Sean felices y rían, aunque les pinten de negro.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Leales, quiénes.


De un tiempo a esta parte, esto es, desde donde yo quiera, hasta ahora he podido comprobar el significado preciso y explícito de la palabra leal. Dícese de aquel que sumido de rodillas y humillado es siervo de otro hasta que se cansa. Creo que el diccionario de la RAE, no estará muy de acuerdo conmigo, quizá discrepe e incluso discrepen, pero es lo que siento, es lo que hay.

El ser leal, la persona leal no existe, en todo hay un interés. Por mínimo que sea, por ínfimo que parezca. Y esto es así desde tiempos inmemoriales, los hermanos se casaban unos con otros, porque ambos querían ser reyes. Eran leales el uno al otro, hasta que la lealtad les daba un vástago tonto, entonces la lealtad se perdía, pero por razonamiento más que lógico.

Como les decía, queridos y "leales" lectores, he sufrido la lealtad en mis propios huesos. He sabido lo que es ser leal y que te sean leal, no me gusta ninguna de las dos. La lealtad no debería existir, al menos entendida como yo la entiendo. Y no es que yo la entienda mal, es que realmente, como casi todo, no sabemos emplearla como debiera.

En estas inquietudes estamos, preguntándome si realmente soy leal a algo, si fueron leales a mí, o si la lealtad como forma abstracta de la concepción pelotuda del hombre existe. Todos somos leales a algo pensarán. No seré yo quien rebata esa postura, pero no estoy de acuerdo. Es más, no se lo creen ni ustedes ni sus jamelgos. Piensen, estrújense el codo, esgrímanse una ingle, cuán de leales somos y con qué o con quién:

¿La familia como diría Don Vito? Qué va, algo me dice que puede ser que no.
¿Los amigos? Tampoco, ya hemos incidido sobre ello en este mi blog, lo tenemos claro. 
¿Tu pareja/novi@/rollo/conderechoaroce/amigoespecial/marido/mujer/contrari@/parienta/etc? Ni de broma, que hay amores para toda la vida, sí, pero son los que menos.
¿Qué nos queda que realmente merezca la pena para ser nombrado en este honorado post? Nada.


La lealtad es un invento más, no sé si del mismo que inventó a Papa Noel, o el día de los enamorados. La lealtad, no deja de ser una opresión del que puede hacía el que normalmente no puede. Y en esta idea progre me baso y me apoyo. La lealtad es tan grande como el palo en forma de falo que recibirás por el orto en cuanto puedan.

martes, 26 de noviembre de 2013

Todo está escrito

Las cosas pasan porque sí, porque tienen que pasar, porque el destino está escrito, porque la casualidad a veces se entromete en nuestras vidas, pero son las que menos. Así lo pienso yo, y se acabó la discusión. Recuerden los inicios de esto, el artículo 32 prolifera en mis pensamientos, y si no les gusta, ya saben, escriban un blog.

Llevo años dándole vueltas al coco, cada vez estoy más convencido de ello, pero siempre ocurre algo que altera ese pensamiento, todo lo que habías contemplado, los pilares de ese raciocinio, se desmoronan, se vienen abajo. Y por la ley del bollo de chocolate ("moffins") o por lo que sea, normalmente eso ocurre en el preciso momento en el que más convencido estás de lo que estás pensando.

Por ese algo cambia tu pensar, o vuelve al inicio de donde estaba y así todo el rato. Al final caes en la cuenta, el calcetín no ha llegado sólo a la lavadora después de haber madurado en el baño, no. Las cosas pasan por algo. Al igual que ciertos pensamientos que nos perseguirán a lo largo de nuestras vidas, como una chica en el baño, siempre estarán ahí.

El destino es como ese colega tonto que todos tenemos, por mucho que queramos, no podemos ni engañarlo ni quitárnoslo de en medio. Todos lo hemos hecho, si te lo han hecho, lo siento. Hemos quedado todos en un sitio, pero era mentira, realmente habíamos quedado 25 metros más a la derecha para despistar al tonto, porque pensábamos que no le daría para moverse esos 25 metros, error, llegaba el primero. La madre que lo parió. Y nos tirábamos toda la quedada maldiciéndonos unos a otros ya que todos eramos sospechosos de haberlo avisado, pero no, a veces no le había avisado ninguna hermanita de la caridad, simplemente el destino nos ponía un tonto en nuestras vidas.

Y esto es así, al igual que pasa con el calcetín, con la chica en el baño, o con tu amigo tonto, las cosas pasan por alguna razón. Es más, estoy hártamente convencido de que las cosas que me han ido pasando en la vida, por algún motivo tenían que pasar. Que sí, que las decisiones que tomas, a veces, son tuyas y no del destino, pero algo seguro que hay por ahí que te hace tomar una decisión u otra. Soy muy partidario de no arrepentirse de lo hecho o no hecho, al igual que de no reprocharse ni reprochar nada, y mucho menos de avergonzarse de nada. Porque las cosas pasan, porque tienen que pasar, porque sí.

Pero es seguro que ustedes ya lo piensan, sopesan ahora con mayor contundencia por qué dejaron a aquella chica, o por qué no continuaron con ese chico, por qué no fueron a aquella quedada, por qué siempre se olvida ese calcetín en el baño...o por qué vuestros amigos siempre quedaban 25 metros más allá.


jueves, 14 de noviembre de 2013

Principio y fin

A veces llega el momento en que, te haces viejo de repente, sin arrugas en la frente pero con ganas de morir.

Y así, señoras, señores y demás entes ven como su vida en un abrir y cerrar de piernas, cambia. Por completo. Y entiéndase y no se me malinterprete, que me dará igual si se hace, esta última frase como se debe, no gratuitamente como lo están haciendo. La vida te cambia, mucho, en un abrir y cerrar...de ojos.

Y por eso estamos aquí, esperando un cambio inesperado, intentando escuchar un silencio ensordecedor, o forzando una sonrisa más bien triste. La vida es eso que pasa, mientras nosotros intentamos vivir. Creo recordar que esta frase que me acaba de salir de los más adentro de mis piernas, ya la dijo alguien importante alguna vez, no me preocupa, no creo que fuere tan importante como lo voy a ser yo.

Y, repito, en esas estamos, que siempre me entretienen. No se desvíen de lo que estaba yo contando al principio del inicio de esto. Ustedes que son jóvenes y que miran la vida con otros ojos y con un conocimiento absoluto de todo, están equivocados, y nos les habla la voz de la experiencia, les escribo desde mi teclado, simplemente. Nada es absoluto, nada es sabido y nada es para siempre. Porque el para siempre puede ser un minuto o toda una vida, pero nada lo es desde el principio de todo, porque es muy difícil, porque lo único que hay desde el principio, desde el minuto cero de partido es uno mismo, desde el nacimiento.

Y a esto último quería yo llegar, resultando ser lo primero, curioso. Eso es lo que te hace viejo, de repente, de un plumazo, te desploma, te convierte en un joven de avanzada de edad, en un viejo adolescente, en alguien de la tercera edad sin descuentos. Cuando esos aprendices de persona, cuando esas pequeñas miniaturas que tú si has visto desde el principio, desde su principio, pero no desde el tuyo, se convierten en verdaderos apostantes y jugadores de tu vida. Proyecto de adolescente que multiplican por dos tus cumpleaños, persistentes en su camino, se obcecan en pensar las mismas putadas que nosotros ya hicimos y seguir el mismo sendero que una vez llevaste.

Hablo de ellos, de sus hijos, de los que puedan venir, de los que llegaron, de sobrinos, de los hijos de sus amigos, del vecino (que por cierto no veas lo por culo que da), de los nietos, los bisnietos y así hasta llegar a los hijos de los hijos, porque ellos son los que en ese momento, cuando ellos quieren, cuando realmente les sale de lo más adentro de sus piernas, es cuando deciden hacerte viejo de repente, sin arrugas en la frente, pero con ganas...de vivir!!

viernes, 8 de noviembre de 2013

Maldita...

Hoy mi cabreo monumental es para tí, querida, amiga, amante y compañera.
Para ti insensible, frígida, desdichada y enemiga. 
Para ti que un día me das todo y que al otro me lo quitas. 
Para ti que me educaste, me enseñaste, me regañaste y me castigaste. 

Porque lo fuiste todo, lo primero de la mañana, lo último de la noche. Me acompañaste antes, durante y después de comer. Me acortaste la tarde en invierno, me la alargaste en verano. Porque llegó un momento en que entraba a casa para verte, porque no aguantaba más fuera, corrí a veces por no llegar tarde. Dejé cosas de hacer, por estar contigo.

Me has decepcionado, mucho. No te soporto, no te tolero, no te aguanto. Y lo mejor de todo, es que no tengo que hacerlo, he descubierto otras cosas, no mejores, si no, no tan malas. 

Y sí, a estas alturas ya sabrás que hablo de tí, disculpa hacerlo en público, pero tenía y debía compartir este dolor. Maldita seas, no me gustas, nada. Sí, eres tú, maldita televisión.

Que yo no digo que no entretenga, incluso, a veces, yo también la veo, las que menos, claro.  Pero es que nos atonta, pero mucho, pero que a veces no sabemos ni articular palabras, ni juntar dos letras, vamos que nos absorbe de tal manera que incluso los que salen parecen más listos que nosotros, y eso que en algunos casos el retraso del que habla es bastante más grande que algunos ya reconocidos.

Me indigna muchísimo que alguien cobre insultantes cantidades de dinero por hacer lo que hace, porque la sociedad es tan hipócrita que somos capaces de no gastar en necesidades y sí mandar un mensaje de texto al limbo televisivo. Me repugna la idea de que este país sumido en una crisis, no exageremos, malgaste su tiempo en ver tales absurdeces que lo único que hacen es rebajar y menguar nuestra capacidad humana. Me embrutece cuál pata de un jilguero, el ver amigos y conocidos sin ninguna posibilidad laboral mientras otros dicen trabajar a base de la húmeda y buenas rodillas. Gente necia, ineptos, sin nada que aportar, sólo inventar, faltos de educación, que llegan a cobrar al día lo que algunos en semanas. Y lo peor de todo, es que muchos, cada vez, aspiran a eso.

He de reconocer que mi malhumor es perenne, mi agrío sentir con la sociedad no es de ahora. Disculpen la fogosidad en mi ser. No puedo soportar ciertas cosas que a diario nos encontramos, no puedo creer que lo que teníamos lo hayamos tirado al váter y después hayamos tirado de la cadena, pero ¡cómo somos tan tontos! 

Admito que hace compañía, de verdad, incluso muchas veces es necesaria, desconectas, te olvidas, no piensas, te ríes, te relajas, disfrutas...Error. Y no hablo de los documentales de la 2, que muchos ni sabrán cual es esa cadena, saben de lo que les hablo, no lo intenten obviar cual si fuerais vampiros que vislumbran la luz solar, sed fuertes, afrontadlo y plantadle cara, ella no es mejor que vosotros, no seréis la princesa del pueblo, pero al menos, conservaréis la salud, la razón y vuestro propio ser. Sé que lo conseguiréis.

martes, 29 de octubre de 2013

Joder Gabriel!

Nombre que me acompaña desde hace relativamente poco en mi vida, aunque también podría decir que lo llevo escuchando desde que mi abuelo se liaba con el nombre de mi hermano. Pero en fin, la realidad es que el nombre literal y correctamente dicho, viene desde hace poco. 

Hoy quiero recordar a alguien que a su vez me lleva a otros recuerdos, será difícil mi post de hoy, intentaré que el nerviosismo no se note, espero no tartamudear.

La primera vez que oí aquella expresión no venía de mi mencionado pariente, las mil siguientes si, venía de un hombre cuyo carácter pocos conocían, un hombre que marcó una parte de mi vida, un hombre que marcó la historia de nuestro país. No solía enfadarse en público, mucho menos dejar de esbozar su sonrisa, pero si algo no le gustaba, lo decía, y a callar todo el mundo que él era quien mandaba. Y eso mismo le espetó a su sobrino, "¡Joder Gabriel! y se acabó la discusión. Recuerdo aquello como si lo estuviese viendo en estos momentos, nos miramos los unos a los otros y pensamos, menudo genio tiene el fenómeno.

No viví ni mucho menos compartí mucho con él, pero lo suficiente para ver y confirmar que era un hombre bueno, un tío de verdad, de los de siempre, de los de antes, un señor que nada más verte te decía, "¡¿Qué pasa macho?!, y con sólo eso, te dejaba sin palabras. Un hombre muy admirado, oportunista dirán, no, no saben de que va la vaina. Fíjense, ya con 12 años me sabía todas sus canciones, recuerdo poner los cd´s los sábados por la mañana y ver flipar a mis padres, claro que mi abuelo decía, este sí que es bueno.

Éste último, el que nos ocupa y yo estuvimos juntos una vez, recuerdo como lloraba el primero diciéndome, como habéis tocado el porrompompero, sin saber siquiera que aquella fue la peor de todas, pero claro el que canta es el que manda, y a aquél no había que obedecer, simplemente seguir.

Muchas otras nos juntamos ya sin el primero, pero desde el cielo viéndonos, hablamos de su equipo de fútbol, no pude recriminarle, vivió la última etapa dorada de los blaugranas, de su nieta a la que adoraba y de su estado de salud, estoy bien...pero no, no lo estaba. Mi recuerdo es infinito, realmente su marcha ha sido muy dura. Admiré esos cambios radicales que nos ofrecía en cada concierto, cuando el telón subía, parecía otro, cuanta fuerza, tesón y esfuerzo, mucho que aprender, mucho que admirar.

Apenas hace un mes, le preguntaba a Alicia, como está, y me decía: va, con sus achaques, pero dando guerra. Siento que la guerra ha sido corta, pero deja mucho y muchos. Mi abrazo infinito para Natalia y para Carlos, amigos e hijos adoptivos.

Ahí arriba, ya resuena su copla junto con otros muy grandes, hasta siempre Manolo.

miércoles, 23 de octubre de 2013

No hay palabras mal dichas...

Los que me conocen, o incluso recuerdan, pensarán: vuelve a hablar de él. Y es que siempre me ha caracterizado el ser correcto en mis palabras, incluso cuando me tocan los huevos. Es más, creo que es fundamental una correcta y adecuada semántica en lo que dices, todo nace desde el saber utilizar tu léxico, en sentido correcto, es decir, hablar de puta madre.

Y es que las palabras no es que estén mal dichas, ni tan siquiera a veces son malsonantes, pero la gente exagera, ustedes lo saben, exageramos hasta la saciedad, hasta decir basta, exageramos tanto, que he llegado a la conclusión, que cuanta mayor es la exageración, más vidas del candy te dan. La exageración es otra cualidad humana, que en algunos momentos hace que hasta nos quedemos cortos.

Por eso, porque las palabras no están mal dichas, si no mal interpretadas, porque acordarse de la madre de alguien no tiene porque estar mal dicho, salvo que no lo pronuncies bien, claro. Pero véase, el otro día por error y sin querer, insulté 6 veces a un tipo, de verdad que fue sin querer, yo no quería, el tobillo partido en medio del paso de cebra era quien los espetaba. En ese caso, quedé absuelto de calumnias, el mismo me dijo: me lo he ganado. 

Aquello no fue una falta de respeto, aquello fue una definición in situ de la circunstancia que nos ocupaba y que además, nos atropellaba. Evidentemente, en aquel momento podría haber templado y con una educación propia de la Madre Teresa de Calcuta comentarle a aquel señor en estado de embriaguez que debería tener algo más de cuidado cuando maneje un auto, además de que resulta más difícil conducir embriagado y no debería hacerlo. Y que por favor, no lo volviera a hacer, que a mi había sido un tobillo, pero quien sabe si a otro podía haber sido una rodilla o algo peor. Podría haberle dicho eso, pero no me salió, que me disculpe.

Señores, señoritas y demás cuerpos lectores míos, las palabras no se dicen mal, somos nosotros quienes no las utilizamos en el lugar correcto. La blasfemia, la osadía, la falta de respeto y educación no son resultantes de palabras malsonantes, son más bien, personas discordantes. Porque las palabras ya existen, incluso ya estaban antes de llegar, y somos nosotros quienes osamos utilizarlas porque sí, porque nos apetece, porque hemos perdido los valores, disculpen, los malditos valores.

Vivimos en una sociedad tal que denunciamos la agresión de una madre a un hijo, que se lo había ganado a pulso, y sin embargo aceptamos a ciertos personajes públicos con un vocabulario digno de un orador experto en nada, nos parece de aplauso y de sonrisa perversa cuando en una frase de diez palabras, que difícilmente juntan, ocho son malsonantes, arrítmicas y deleznables para cualquier oído decente. 

Aquí mi repudio a la caja tonta, aquella que hace unos días nos enseñaba gracias a un programón que no quiero que ensucié mi pulcro blog, que el feminismo es aquello que hacen las mujeres como el planchar, bendita seas niña hija de puta (se me ha escapado) que acabas de iluminar el cielo de cualquier fémina activa y activista de este país y de cualquier otro desarrollado. Gracias desde el más profundo de los machismos.

Porque las palabras no deberían ser necesariamente malsonantes, si no más bien deberían ser necesariamente conocidas. Por eso aquello de: no hay palabras mal dichas...





martes, 15 de octubre de 2013

El español: el femenino

Algunos, algunas y otros temblaran al ver el título. Yo también temblé al pensarlo. Pues bien, el hombre, el único ser humano inferior e indigno de esa etiqueta, es además, el único capaz de hablar mal de alguien superior y sin necesidad de motivo. Y entiéndase esto de forma singular, esto es, no estoy generalizando en los hombres y mujeres, he hablado solo de hombres.

De eso, les quiero hablar, señores, señoras y demás elementos lectores de este "recoge opiniones". Llevo días pensando en lo bonito del léxico español, de lo realmente agradable que suena para los oídos alguien verborreando el castellano, y de lo prostituido que lo tenemos, de lo ofensivo que resulta muchas veces escucharlo y de lo deprimente y deprimido que es en casi todas, oírlo. 

Basta con que muchos no sepan diferenciar el verbo haber del verbo ver, o lo realmente difícil que es escribir con "b" y "v" a veces, pero esto, con un par de...cuadernillos "moreno" lo podríamos arreglar, creo. Lo que es difícil y algunos se empeñan en agrandar es aquello de enaltecer el género, entendido este como el masculino y lo contrario de algunas cosas y/o personas. He aquí una figura importante en el panorama político que quiso pasar a la historia de la grandilocuencia con aquel inolvidable miembros y miembras.

En esto haré hincapié, de lo mucho que nos hemos empeñado en sobreponer el género de la mujer, sin tener necesidad de ello, porque ellas son y serán por siempre muchísimo mejores en el género, y en todo lo demás. Por que me duele que un ayuntamiento hable de concejalAs, o en hospitales de médicAs, o en las universidades de jóvenAs. Y es que hay cosas que no existen, porque no, porque no es necesario, porque el artículo que les precede, esto esto, la palabrita generalmente corta que se pone antes de la profesión/definición/cosa es la que le otorga el género sexual al mismo, entiéndase y para mejor comprensión, un ejemplo: EL miembro, LA miembro.

Me duelen los oídos, otras veces los ojos, y otras tantas mis grandes ovarios de insultar así a nuestro género por excelencia y excelente. Vivimos en una sociedad empeñada en igualar, que a veces nos pasamos. No es que ya estemos a la par en todo, es que el género femenino le da mil vueltas al otro, entiéndase este último como el opuesto al primero. No crean mis amadas lectorAs que el hablar mal les hará más grandes, es simplemente, que el hablar bien, les hará ser, lo que son:  mucho más femeninAs. 

miércoles, 9 de octubre de 2013

Digno tú!


Se ha vuelto loco, pensaran. Para vivir en este mundo, hay que estarlo. Sí, hoy hablaremos de la dignidad, no tengo muy claro si de la del ser humano, o simplemente como concepto.

Existen tantas definiciones posibles de esta palabra que probablemente entre todos los decentes que leemos esto, vamos, entre los diez que somos, seguramente que ninguno daría una respuesta igual. Y es muy sencillo, es que la dignidad son muchas cosas, pero sobre todo, es complicada. Difícil de defender, de obtener, de ostentar, pero más difícil de explicar.

La dignidad no se compra, ni tan siquiera se gana. Sólo hay una manera de conseguirla. Trabajándola. Sí. Del verbo trabajar, realizando algún esfuerzo para conseguir un fin. Sé que si usted mi querido y sin embargo lector es español, le costará entender esta definición, pero yo que he viajado mucho y he recorrido de norte a sur mi pueblo, y de este a oeste el pueblo de al lado, he de decir que no yerro en mis palabras, el trabajo digna a cualquiera, y el trabajo como entendemos en lo poco que queda de nuestro país, indigna a todos los que no sean cualquiera.

No quiero hablar de los vagos que somos los españoles, de hecho eso ya es conocido y por ende, ni yo mismo junto estas letras, si no que he contratado (entiéndase como engañado) a un europeo del este, con una sapiencia del español, que ya quisiéramos nosotros, y es que nos llevan años de ventaja (esto último se le ha debido escapar al cabrón). No quiero, tampoco, hablar de que la dignidad la perdimos cuando comenzamos a luchar los unos con los otros, pero entiéndase esta lucha desde su extensión más obrera, desde que la lucha se convirtió en ver quien trabajaba menos.

En ese preciso instante en el que señorío abandonó su marquesado y su excelencia se convirtió en ilustrísimo, fue cuando claudicamos. Cuando nos convertimos en esclavos de nosotros mismos, cuando primaba más superar la dignidad del de al lado sin saber siquiera que él nunca podría ser mayor, si no igual. Porque el ser humano, queridos, no se diferencia en la cantidad de dignidad que obtiene, si no en el tiempo que la llega a mantener, en el tiempo en el que sin mirar por encima de ningún hombro hace gala al respeto que se ha ganado a base de respetar a los demás, a las veces que trabajando con tanto esfuerzo inagotable, fue un día proclamado embajador de su propia dignidad para que la portara con orgullo, pero sobre todo y lo más importante, sin dar muestras de ese orgullo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Derby

Creo que es el momento. No. Espera, no lo hagas ahora, que aún están los puntos frescos. Da igual, ya no aguanto más, es insoportable.

Estarán de acuerdo conmigo, en que el deporte es bueno siempre que se practique, tampoco mucho, soy de la opinión que debe ser combinado siempre con algún chato de vino entre medias y un poquito de queso, porque algo tengo claro, si el deporte hace bien, el vino, hace mejor.

No resulta tan bueno el ser seguidor de algún deporte, aburrido unos minutos de esgrima, para un suicidio colectivo un campeonato de ajedrez, y menudo coñazo el de la gimnasia rítmica, espero hayan entendido este último. Pero y que me dicen del baloncesto, o del fútbol. Unos desproporcionados y otros improporcinados que intentan meter la pelota en un lugar afín a ello. Y la de millones que mueve. Entonces Nacho, si Vidal, que lo hace todos los días, debe estar hasta los mismos cojones.

Algunos oportunistas y muchos más sabios que yo dirán, habla así por lo del último derby, quizá, intento ser lo más objetivo que se puede, pero ya saben que soy de Dios y de Cristiano. No obstante, les daré mi opinión al respecto del último partido de fútbol que vi: dos equipos, 11 contra 11, una ciudad, un balón, dos porterías, miles de hinchas, un país entero al tanto, miles de bares repletos, millones de televisiones encendidas, misma hora -menos en Canarias, de momento-, y me fue a tocar a mi el tonto al lado.

Pues bien, las especulaciones y expectativas creadas alrededor del resultado del derby se cumplieron, el equipo que parecía llegar mejor, ganó. Venció a un equipo con a priori mejor plantilla, pero sin saber ni colocarse en el campo, vamos, como si la chica de la gimnasia rítmica se pusiera el body del revés. Un desastre, un espectáculo impropio para el fútbol de la capital, realmente increíble que al final se hiciera con la victoria el equipo menor. Y así fue, el San Fernando le ganó al Alcobendas, aún no se explican como pudo pasar.

Y es que el deporte, señores, ya sea balompédico, individual o a pedales, es un verdadero problema si se lleva a lo personal, por eso, he decidido que lo mejor será no hacer deporte, seguir bebiendo vino y esperar a la vuelta para que el Alcobendas se tome su revancha, y si no es así, al menos que el tonto me acompañe para hablarle durante todo el encuentro de lo bonito que es la gimnasia rítmica y lo guapo que su hijo estaría con el body.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Tonto es el que hace tonterias...

Todos recordamos aquel fenómeno sentado en un banco con una caja de bombones. Hállese aquí mi inspiración, pero no hablaremos de tonterías como tal, si no en lo tontos que podemos llegar a ser. No se me ofendan, queridos y amados lectores, simplemente y sin ánimo de faltar, es que somos tontos, pero tontos redomados, como dirían en mi pueblo.

La de tonterías que podemos llegar a hacer al día, sin conocimiento, sin sentido y ni tan siquiera razón alguna.A veces, incluso llegamos a creernos la tontería que nos enchufan, vía televisión, vía prensa, vía mail, vía whatsApp, vía twitter, vía facebook, vía panadería, vía carnicería, vía tu mejor "amigo". Pero es que la tontería nace en un ser humano de alguna manera que se me escapa, o simplemente se reproduce cual sarampión en la piel de una pequeña fierecilla con brakets. De donde sale tanta torpeza intelectual y tanta falta de raciocinio. En serio, esto debe ser una broma, muchas veces pienso que Telecirco está grabando algún programa y que es irreal. Otras, simplemente apago el televisor.

Pero tontos, pero más que antes de ayer. Exactamente ¿qué es lo que nos está produciendo esta falta intelectual, son nuestros ejemplos políticos? ¿Quizá nuestros reyes...del hurto? ¿Quizá tanta telebasura?, que por cierto, todos vemos, y todos a su vez, negamos ver. ¿Es la sociedad que nos envuelve? ¿Son tantos juegos olímpicos que nos hemos quedado como el Langui? ¿Tantos cambios en las leyes de educación? O podría ser que la ya inevitable falta de abuelos, que esos si que eran buenos educadores, y mucho menos tontos que nosotros, pero de aquí a Laponia (lugar que se encuentra en Europa del Norte, para aquellas víctimas de la LOGSE), sea lo que nos está convirtiendo en tontos de alto prestigio.

Discúlpenme, de verdad, lo siento, no debí, quizá me excedí, lo mismo me he equivocado. Estas palabras parecen haberse olvidado y nos hemos convertido en lo que somos, en tontos, en seguidores de lo absurdo, en la preocupación de la nada, y la pasividad de todo. Pensaran ustedes, cosa que me alegra, que vuelvo a hablar de educación. Todo esta ligado señores, y a la vez tienen relación, como los pelos de la ingle con el lagrimal, es todo uno.

Entendamos la tontería como es, mejor dicho, como fue, como el tonto que hace o dice tonterías, pero no nos convirtamos en amigos de lo absurdo, en la pérdida de lo poco que tenemos, en convertirnos en tontos, en quitarnos la camisa porque sí, o en mirar a alguien mal porque aparentemente sea más guapo, a mí me han mirado, lo juro. Y podría seguir así toda la eternidad, porque ahora la estadística dice que por cada tres personas alrededor de algo innecesario de nombrar, existen cuatro tontos cohabitando. Por favor, mi llamamiento es extensivo a todos, incluso a los tontos, dejémoslo de hacerlo, no caigamos en la ignorancia repentina de la falta de coherencia, di NO a ser tonto.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Educados...a veces.

Bendita educación.

Es curioso, ayer mientras perfeccionaba mi swing de golf y degustaba una buena copa de champán traída del norte del Polo Sur, lo confirmé, mira que somos mal educados. No por no ofrecer de mi copa al portador de mis palos, él es de clase inferior, y por tanto, como mucho: vino y del malo. Más bien por no darnos cuenta que el instructor, aún siendo más joven que el resto, lo tratábamos de usted, qué barbaridad.

Y esto es así, señores, esto se da, esto pasa, y esto es, además, lo de menos. Cuánta falta de respeto, cuánta ausencia de todo y cuánta desfachatez la nuestra. Estoy cansado, muy hartito de ver faltas de respeto constantemente, como si fuera una premisa, como si fuera algo natural, cómo si realmente debiéramos actuar tal.

Y no se piensen, ni mucho menos crean, que la falta de educación es sólo no dejar asiento al más mayor, ¡NO!, la falta, la ausencia, el abandono de la misma viene reflejado en casi todos los movimientos de la vida, desde que te levantas y desayunas, y después hasta todo el día. Me enerva, me pone furioso y me mal entona que no exista algo tan fundamental como respirar. Indignado, hasta el punto de querer ir a Sol a protestar, la falta de tiempo impedirá mi deseo, y frustrado con tanta gratuidad en las palabras.

Llevo tiempo intentando ver cómo podemos solucionar esto, buscando un haz de luz que pueda devolvernos nuestro estatus de persona, y joder, no puedo. Cómo arreglamos a un señor de 40 años que se enrosca en una trifulca empeñado en llevar la razón, sin motivo aparente, o cómo le decimos a la niñata de 15 que cierre la boca cuando mastica el maldito chicle. Mi padre me hubiera educado, me tragaría el chicle sin dudarlo, y aún con 40, me tragaría mis palabras. Cuidado, no digo con esto, que la culpa sea de nuestros progenitores, ya sean ambos padres, ambas madres o tres o cuatro a la vez, ni tan siquiera de la docencia actual, a la que tanto aprecio, ni de la sociedad convertida en un cajón de sastre.


La culpa señores, a mi humilde y exitoso modo de ver, es que la culpa es de cada uno, del que no abrió la puerta, del que no corrigió la falta de ortografía, del que no cedió su sitio, del que no bajó su voz por debajo de la del otro, del que no enseñó a comportarse en la mesa, del que no le recordó que somos personas, civilizadas, que casi sin querer y en la más estricta ignorancia, no queremos más que buscar el bien, y eso pasa por una buena educación.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Hipócrita!

Si, tú. El que te escribe, el que tiene la osadía de leer, y el que estima la desfachatez de pensar que no lo es.

Joder como viene éste de su periplo vacacional, no señores míos, no vengo, es que todavía no he ido. En la vida, queridos, se diferencian dos tipos de personas (humanas, añadirían algunos eruditos), los hipócritas y ya. Todos lo somos, todos lo hemos sido y todos en algún momento de nuestro paso por el tercer planeta según giras el sol a la derecha, lo seremos. La hipocresía, uno de los pecados capitales no contemplados en la obra maestra de Seven, es a su vez parte de todos los mismos, y si no me creen, véanse estos: Lujuria, Pereza, Gula, Ira, Envidia, Avaricia y Soberbia. Y no hay más que añadir al respecto.

Podría arriesgar, liarme el nórdico a la cadera e intentar plasmar una definición de lo que nos ocupa, pero nos les engañaré, sería un hipócrita. No se puede dar una explicación de algo que no se puede explicar. De hecho todos la conocemos y ninguno la podríamos exponer. ¿Por qué? Porqué el miedo es tal que hasta el mismísimo Caronte a orillas del río tenía miedo de la hipocresía que el mismísimo diablo podía descargar sobre él, y en ese recorrido que en su barca ofrecía a grandes ilustres de la humanidad y no tan ilustres y conocidos, tenía la sensatez de no levantar la cabeza por sí acaso.

Pero volvamos a lo nuestro, no nos desviemos, que aún nos queda para conocer a estos tan peculiares dueños del inframundo. Si en anteriores exposiciones hablábamos de la envidia como el motor del mundo, podemos decir que esta maldita hipocresía que nos rodea, es el engranaje de ese motor. Maldita y perspicaz astucia la de este modo de actuación del resto de los humanos. En qué momento nuestros antepasados se calentaron de tal manera que la jodieron tanto. Pero si la culpa es de los padres, claro, pero cuáles, los suyos o los otros. Menudo lío se ha montado en el siglo XVIII, pero si no estabas, ya, pero me lo han contado. Ten cuidado, porque quizá el que te lo contó era un hipócrita y no sólo te engañó, si no que también te la lió de tal manera que consiguió lo que pretendió en su momento.

Hipócritas, hasta decir basta, en el trabajo, en la calle, con los "colegas", en el bus, en el coche y hasta de paseo en barca. Si es que somos la repanocha señores, si es que pensando que intentando no ser hipócritas, es cuando más lo somos. Palabra maravillosa de nuestro diccionario español, y a veces también del castellano. Me apasiona la hipocresía, hasta el punto de encontrarla en las acciones más habituales del día. Absténganse señores de caer en este engaño perspicaz, intentemos no ser políticos de la calle, ni trabajadores del sindicato. Busquen esa ansiada bondad, por que está, por que tiene que estar. Y si por contra, a lo largo del día, ven más hipocresía que bondad y abuso de engaños, no se preocupen, siguen ustedes en este planeta llamado Mundo.

jueves, 8 de agosto de 2013

La amistad

Esa que todos defendemos, pero que pocos entendemos.

Como verán ustedes ya mis queridos y sin embargo lectores, todo nace de una cualidad que debería ser innata en el ser humano y que más bien es algo que nace en el perro y muere en su correa, si, hablo de esa bondad en la que estoy empecinado en buscar aunque sea en los lugares más recónditos de nuestra existencia como personas, si es que a algunos se les puede denominar así.

Entiendo, y no por eso, significa que tenga razón, aunque aquí aplicaré la segunda de mis normas, esto es así por imperativo legal del artículo 32 (no sé por qué se suele decir 33), que la bondad es la madre de las cualidades, de donde nace todo, de donde todo empieza y debería comenzar. De ahí que dediquemos un post a lo bueno y otro a lo malo. Ahora queda desgranar qué parte esta más cerca del bien, y cuál más lejos.

No quisiera, y por tanto, me gustaría, hablar de aquéllo que tanto regusta al ser humano, hablar de sus amigos, como aquellos que comen, desayunan, cenan y a veces hasta duermen. Encontré a lo largo de mi vida, gente con tantos amigos, que probablemente, imagino que no trabajaran ni tuvieren familia, porque otra cosa no, pero a los amigos dicen que hay que dedicarles tiempo, si tantos amigos tienes, querido, tu no duermes.

Véase aquí la condición más creída necesaria para mantener una amistad, el tiempo. Pues no, el amigo no necesita tiempo, ni tan siquiera un "hola" diario, ni una comida semanal, ni por asomo una gran cena con una ostentoso vino a la hora de desayunar. La amistad, la de verdad, la que se cuenta con los dedos de la mano, la que tiene nombre apellidos y hasta 3 generaciones anteriores, no necesita mas que una sólo cosa: nada.

De esa nada nacen las mejores amistades del mundo mundial (referencia a nuestro etapa parbularia). Piensen, recuerden y hagan memoria, cuántos son los amigos que realmente quedan de esa etapa. Uno o ninguno. Pero si éramos inseparables. Y lo seguimos siendo. Por que lo que una vez fue, y fue de verdad, es para siempre, es impepinable, irrefutable y también inexplicable. Una vez que ese amigo se convierte en tal, es para siempre. Yerra, pensarán. No, entiendan la amistad como se debe, no como se entiende.

Creí meterme en un jardín sin flores y a su vez sin salida, lo tengo muy claro. La amistad es para siempre, pero porque es así desde siempre. Los amigos están y se quedan el resto de los días. Los conocidos, amiguetes, colegas y demás derivados del engaño amistoso, pasan, se reproducen y mueren en el intento de conseguir lo que pocos pueden llegar a ostentar: la verdadera amistad.

Debe tener pocos amigos, pensarán. Ni muchos ni pocos, la amistad no se cuantifica, si no que se cualifica. Tengo los que tengo, los que debí tener y lo mejor de todo, los que quise tener. No se engañen y no se dejen engañar "amigos", esta cualidad no es propia del ser humano...debemos aprender mucho del mejor amigo del hombre.

Y en esa búsqueda que hace unos días comencé, nos encontramos, qué tendrá que ver la bondad, el egoísmo y la amistad, dónde querrá llegar este juntaletras de tres al cuarto. No sé preocupen, pronto se verán los brotes verdes.

viernes, 2 de agosto de 2013

Continuamos

Tras varios meses de conversación con el mandamás del cielo, me convenció: "no sé qué ha pasado". Ni yo. Ni nadie. Ahora todo está mucho más claro, muchísimo más, donde va a parar. Pero el qué, no lo sé, ni Él mismo lo sabe. Y qué hacemos. Da igual, la inercia hará el resto.

Maldita y nefasta inercia, aquella descrita a la perfección cuando no quieres perder de vista una hoja, un ticket de la compra o un billete y por esta nuestra querida amiga parece coger un motor a propulsión y no deja de joderte la existencia hasta que realmente no puedes alcanzarla. Esa es la inercia, esa es quien esta haciendo el resto en este nuestro mundo, en este mundo de locos querrá decir, no señores, en este mundo perdido.

Y no hablemos del mundo ni tampoco de lo intangible, hablemos de nosotros, de dónde estamos, dónde nos encontramos y dónde podemos llegar a estar. Hablemos de lo maravillosa que es la vida, del mamonazo del tercereo que se va 15 días a la playa tras un año de trabajo sin descanso, o del sinvergüenza del chalet contiguo que ha cambiado de coche tras una década. Hablemos hoy de lo que me jode del otro, de lo que me molesta de ustedes lectores, de lo que podría ser tiña, pero es comúnmente llamada envidia.

Realmente es necesario cambiar de coche, o comprarse un chalet en la playa, quizá sea de obligación vestir de marca, o a lo mejor, y solo a lo mejor, de imperiosa necesidad un móvil nuevo. Y qué más dará. A mí me importa un carajo las necesidades que tienen o que obtienen, depende de los engaños personales que nosotros mismo queramos realizarnos.

La envidia, desconocida por muchos, incluso llegada a ser envidiada por otros. El motor que mueve el mundo llegaron a increparme una vez, no se confundía la anciana señora que me lo espetó. Pareja de la bondad, por aquello de que los polos se atraen, podríamos decir que este mundo tenemos un exceso de envidia alterado con un pequeño toque de soberbia caramelizada.

Ejemplificada en Alá respecto a Dios, a Messi respecto a Cristiano o al atletista frente al madridista...o esto era al revés, discúlpenme mis lectores, pero en estos momentos lo que me menos me interesa en resultar ser envidiado por unos o por otros.

Ese odio hacía otro o la falta de alegría por aquél no dejan de ser faltas y defectos del ser humano. Defectos que proliferan, aumentan y arrollan a su paso sin motivo aparente y con la única finalidad de ser lo que no somos, de aparentar lo que no debemos y de creer ser superiores por un sólo instante obteniendo el beneplácito divino para unos segundo de vida que son, que parecen ser, los mejores de nuestras vidas.

Después despiertas, al lado un haz de luz, preguntas, obtienes una respuesta demoledora y devastadora: "no sé qué ha pasado"

martes, 23 de julio de 2013

Mis inicios

Esta es la historia de uno más, no de uno cualquiera, sino de otro que sólo con sus palabras quiere hacerle ver al mundo que esto no va bien. No va bien ni el propio escribiente, ni mucho menos, el propio lector. No va bien quien ve, ni mucho menos el que no quiere verlo. Peor es aquél que cree escuchar, y tan sólo está oyendo. Qué maravilloso el poder tocar, aunque no exista el qué. 

Esta es la historia de alguien que quiere ver, leer, tocar, sentir, creer. La historia de un ser capaz de imaginar que algo puede cambiar, de alguien del que todo su empeño se ha ocupado en enaltecer al máximo la bondad del ser humano, de alguien que creyó ver sirenas en el mar, de alguien que pensó que la maldad no podría surgir sin un exceso de bondad. Ese alguien fue, no, ese alguien no pudo ser.

En este primer episodio de mi nueva herramienta desestresante y desestresadora, les hablaré de mí, de mi persona, de cómo soy, de como fui y de probablemente cómo seré.

Quizá muchos me conozcan, muchos más digan conocerme y otros tanto dirán que previsiblemente conocido. Ni les quitaré la razón ni se la daré, he aquí la primera de mis premisas: no discutas por algo que pueda llegar a ser tan absurdo como si Cristiano es mejor que Messi o si Dios es mejor que Alá. No hay discusión en esta premisa, tanto Dios como Cristiano son madridistas, por lo que no existe discusión. Háyese aquí un segundo mandamiento en mi pensar, las cosas son como son. Es muy probable que el querido y apasionado lector no esté de acuerdo en mi segundo planteamiento, en ese caso será de aplicación la primera de las normas.

Y hasta aquí mi valoración personal y propia, se ha herniado pensaran. No es necesario de más, no discutan y respeten, dos acciones tan burdas, nefastas y olvidadas, que me obcecaré en recordarles en cada nuevo post (se dice así¿?, la verdad es que me da igual, escríbanlo como quieran, no pienso discutir).

La bondad de una persona no se mide por sus medallas personales, ni tan siquiera por sus estudios, ni por el cuidado al prójimo, ni tan siquiera por ir a misa, la bondad de las personas es aquella gran desconocida, que poco a poco y capítulo a capítulo intentaremos desgranar. A ella, a la bondad, sumaremos también a esa cualidad olvidada del hombre, de hacer el bien.

No quiero que piensen que cuál jesuita, yo quiero ganarme tanto a ustedes como un sitio al lado de Dios, de Napoleón, de Bernabeu, o del mismísimo Hitler. No. Simplemente, con su propia ayuda, quiero averiguar qué coño le pasa al ser humano.